En el año 1986, durante los últimos años de la Guerra Fría, Clifford Stoll, un astrónomo reconvertido en administrador de sistemas que trabajaba en el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, descubrió un acceso no autorizado. Este acceso eran intentos de un estudiante de Alemania Occidental llamado Markus Hess que vendía información al bloque soviético.
Para lograr rastrear la conexión de Hess, Stoll y su pareja idearon un plan para atraparlo. Este consistió en cargar un amplio directorio lleno de ingente documentación «atractiva» para el hacker. Gracias a ello, el hacker estuvo ocupado mientras rastreaban su conexión, y así lograron localizarlo y detenerlo.
En este techpaper, nuestro compañero Jaime Souto Casares, explicarla cómo los honeypots han sido utilizados a lo largo de los años en los entornos industriales.